Lucha para detener el flujo 

Cada día nos bombardean con mensajes subliminales que nos incitan al consumo: ¡Siempre tendrás la necesidad de comprar lo que te anuncian en la tele o en internet para estar a la última! Realmente nos cuesta mantenernos a salvo de toda esa publicidad, debemos luchar contra una cultura que nos incita cada día a que necesitemos más y más.

Hay dos maneras de luchar contra esto.  

1 La tentación

Primero, tenemos que eliminar la tentación simplemente evitando las tiendas siempre que sea posible. Esto significa no ir grandes almacenes si sientes que no vas a poder resistirte al impulso de comprar algo antes de irte.

No se trata realmente de cuánto gastas, se trata de no necesitar más cosas.  

2 Lo esencial

En segundo lugar, necesitamos comprar solo lo esencial. Para ello debemos hacer una lista y ceñirnos a ella o crear una norma de esperar durante 24 horas si estás en una tienda, ves algo que te gusta y no puedes resistirte al impulso. La norma de las 24 horas parece increíble pero funciona!

Lo esencial significa no comprar más por impulso, sino ir a la tienda solo si hay algo que realmente, realmente necesitas. 

3 La purga inmiediata

Una vez que te hayas comprometido por completo a luchar contra el impulso y mantenerte fuera del bombardeo de las cosas nuevas, llega la hora de abordar el caos y empezar con la purga, pero sin piedad.  

  1. Para hacer esto, simplemente lo primero debes decidir es conservar solamente lo que es verdaderamente útil en la actualidad. Si no lo has utilizado en los últimos 18 meses, deja de conservarlo. Si no amas algo, o si no aporta alegría o valor a tu hogar, no dejes que se quede. Despréndete de cualquier cosa que no estés utilizando y regálaselo a alguien que realmente pueda aprovecharlo. 
  2. En segundo lugar, debes estar dispuesto a renunciar a la culpa. A veces puede ser difícil deshacerse de cosas porque eran caras o porque eran un regalo, pero el problema es que aferrarse a las cosas por culpa significa que adjuntamos emociones a los objetos cuando en realidad, los objetos son solo cosas. Aferrarse a algo que no le gusta porque era caro en realidad no le ahorrará dinero; el dinero ya se ha ido. No puedes recuperarlo. Pero posiblemente podría vender ese artículo, deshacerse de la culpa y al menos recuperar un poco de sus pérdidas. No puede volver atrás, pero aferrarse al pasado le impedirá seguir adelante. ¡Date permiso para dejarlo ir!

4 Establece un límite numérico

Adoptar una política de límites estrictos nos obliga a cambiar nuestra forma de pensar. Nos recuerda la verdad fundamental que nuestra sociedad impulsada por el consumidor quiere desesperadamente que olvidemos: ya tenemos suficiente. Para hacer esto, debemos ser diligentes con el control sobre la cantidad de cosas que acumulamos.

En la sociedad actual, más y más grande se considera mejor, pero este no es necesariamente el caso. Si su desorden está fuera de control, empieza a establecer límites numéricos reales en la cantidad de cosas que te permitirás conservar: 35 perchas en tu armario. 6 juegos de vajilla. 8 pares de zapatos.

No más de herramienta de cada en nuestra caja de herramientas. Y así sucesivamente. Tendrás que decidir por ti misma cuál es un número razonable, pero una vez que haya determinado cuál es razonable, tienes que ser diligente y ceñirte a este número para desprenderte de cosas que ocupan espacio sin necesidad.

5 Calidad versus cantidad

Estamos tan inundados con un flujo interminable de artículos y cosas inútiles que casi no somos conscientes de lo que llegamos a acumular en nuestro hogar. Compramos demasiadas cosas porque son baratas y fácilmente disponibles, cuando deberíamos adoptar un enfoque totalmente diferente y, en su lugar, elegir el valor a largo plazo en lugar de los ahorros a corto plazo. 

Adoptar este tipo de filosofía significa tener una mirada totalmente diferente sobre cómo consumimos. En lugar de dejarnos influir por comprar todo lo que nos anuncian, miramos el valor a largo plazo de todo lo que compramos. Esto no significa gastar lo que realmente necesitamos y si eso significa que a veces hay que pagar un poco más por algo que durará más tiempo es un enfoque mucho más inteligente. 

Adoptar esta filosofía también significa comprometerse a comprar cosas que estén bien hechas con materiales de calidad. Al final, es mucho mejor invertir en una pieza de calidad que resistirá el paso del tiempo que tener que reemplazar una pieza barata y mal hecha una y otra vez.